CAMBIO DE MENTE
Por: Maurice Nicoll
Muchas cosas se han
dicho sobre el cambio de mente —sobre μετάνοια (METANOIA) en los Evangelios
(tan equivocadamente traducido por arrepentimiento) que sólo significa cambio
de mente— y mucho se ha dicho acerca de que el Trabajo puede suscitar en
nosotros una nueva manera de pensar.
A aquellos que no
comprenden que el Trabajo puede suscitar en ellos una nueva manera de pensar,
les aconsejo que reflexionen sobre lo que el Trabajo dice.
¿Entienden lo que
quiero decir?
¿Lo que dice el
Trabajo?
Les aconsejaría que
PENSARAN SOBRE SÍ MISMOS y sobre lo que el Trabajo dice sobre nosotros mismos,
y sobre la enseñanza que el Trabajo imparte acerca de las cosas contra las
cuales debemos luchar y cuál es el objeto de esta lucha.
Por mucho tiempo el
Trabajo permanece como algo externo, en el pizarrón de la memoria.
Pero al cabo de un
tiempo una persona suele darse cuenta de que es muy cierto que está DORMIDA y
tiene emociones negativas, etc.
O se da cuenta de
otra cosa, de alguna otra IDEA que el Trabajo enseña.
El Trabajo nos pide
que PENSEMOS DESDE ÉL MISMO, que tengamos una mente de Trabajo, una mente
formada por las ideas del Trabajo, para ver las cosas desde lo que enseña el
Trabajo sobre NOSOTROS MISMOS, LOS OTROS Y LA VIDA.
Cuando el Trabajo
se vuelve emocional y deja de estar en el pizarrón, se encuentra uno confrontado
con él.
Se presentan
preguntas como ésta:
"¿He hablado
equivocadamente?
¿He perdido mi día
en la consideración interna?
¿Me he recordado a
mí mismo?
¿Estoy
identificado?
¿He hecho hoy algún
esfuerzo de Trabajo?
¿Me he observado a
mí mismo?
¿He salvado mis deudas?
¿He recordado mi
propósito?"
Todas estas
preguntas y muchas otras se levantan enfrente de uno —entre uno y la vida
externa—.
Se empieza a
comprender entonces lo que significa pensar de una manera nueva, tener otra
mente.
Tener otra mente
significa que las ideas del Trabajo empiezan a levantarse entre usted y la
vida.
Recuerde que
pensamos desde nuestras ideas.
Significa que
empezamos a percibir otra disciplina de ideas, que se empiezan a sentir las
influencias provenientes, del Trabajo y no de la vida.
Todo esto comienza
a mostrarnos cómo se puede tener una mente de vida y una mente de Trabajo y que
son dos cosas distintas.
Las dos son
necesarias, pero son dos clases diferentes de mente.
Durante mucho
tiempo tenemos que tomar algunas cosas de una manera y otras de otra manera.
Si se piensa desde
el Trabajo acerca de alguna situación se verá que se piensa de una manera por
completo diferente de la que se pensaría si se lo hiciera desde la vida.
Aquí, en este
punto, empieza el Trabajo.
COMENTARIO SOBRE LA
MENTE
Se hizo
recientemente una pregunta acerca de la importancia que se da a algo, y de la
diferencia que existe entre no dar importancia y ser indiferente. Repetiré la
pregunta:
"Si no se da
importancia a las cosas, éstas no nos hieren. Al cabo de un tiempo, quizás,
aprendamos esta importante lección correctamente. Pero la mayoría de la gente
cree que no dar importancia equivale a ser indiferente. Hace mucho tiempo
Ouspensky, en una reunión, dijo que ser indiferente era uno de los peores
estados de sueño en que se podía estar. ¿Qué diferencia existe entre 'no dar
importancia' y 'estar indiferente'?"
Nos han dicho que
una de las peores cosas es ser indiferente y el quid de la cuestión es
establecer la distinción entre 'no dar importancia' y 'ser indiferente'.
Ahora bien, damos
importancia a las cosas según nuestra mente.
El objeto del
Trabajo es el de cambiar nuestra mente.
¿Qué es nuestra
mente?
Imaginamos quizá
que nuestra mente es infinitamente flexible.
Sin embargo,
nuestra mente tal como es, es una cosa prefabricada, adquirida.
Por ejemplo, por
medio de la educación nos dicen que debemos pensar o imitar esto o aquello, y
todo esto forma nuestra mente, la mente con la cual andamos por la vida.
En este sentido, la
mayoría tiene una mente rígida.
Nuestra mente
adquirida es parte de nuestra Personalidad, es decir, del lado adquirido de
nuestra psicología.
Ahora bien, debemos
comprender que este Trabajo comienza con el cambio de la mente y esto significa
cambiar nuestra manera de pensar sobre todas las cosas.
Tal vez les hayan
enseñado que deben preocuparse por algo, y esto forma parte de su mente
adquirida, y por lo tanto cuando sucede esto o aquello le darán importancia,
porque esto es su forma de mente.
Sentirán que deben
darle importancia porque su mente fue formada por lo que les han enseñado en
cuanto a esto o aquello.
Así cuando una
impresión cualquiera proveniente de la vida exterior les golpea la mente, le
darán importancia.
Pensarán en ello con
arreglo a la mente que fue establecida en ustedes, y de este modo no verán otra
manera de encarar el incidente que les ha sucedido, esto es, otra manera de
darle importancia.
De hecho, nunca se
les ocurrirá que no se necesita dar importancia a una cosa de la manera en que
lo hacen.
Digamos, por
ejemplo, que les han dicho que cierta persona es muy mala; entonces siempre se
cuidarán de esa persona porque su mente adquirida ha establecido en ella esa
manera de darle importancia, esa manera de tomar a la gente y de pensar sobre
ella.
Ahora bien, uno de
los grandes objetos del Trabajo es hacer que pensemos de una nueva manera
sobre todas las cosas, incluso sobre nosotros mismos.
El Sr. Ouspensky
acostumbraba a decirnos continuamente que en cierto momento el objeto del
Trabajo es hacernos pensar de una nueva manera.
Esto quiere decir,
tener una mente diferente.
Ahora bien, para
pensar de una nueva manera es preciso tener una nueva mente y esto significa
que si pensamos de una nueva manera no daremos importancia a las mismas cosas
que antes.
El cambio de mente
constituye la base de toda la enseñanza esotérica que pertenece al período
posterior a Cristo.
Hablando con mayor
profundidad, ello se debe a que el Hombre está tan encerrado, tan próximo a la muerte,
tan dormido, que la única cosa dejada abierta al esoterismo para que pueda
ponerse en contacto con él es el camino que conduce a la mente.
Por esta razón
Cristo enseñó la μετάνοια (metanoia) o cambio de mente, como punto de partida
de su enseñanza esotérica, y cabe decir en general que hoy nadie tiene
posibilidad alguna de despertar o de transformarse interiormente o de sentir
nuevas influencias, si no es por la senda de la mente.
La mente debe
cambiar, es decir, la manera de dar importancia a las cosas debe cambiar.
Por consiguiente
conviene observar DE QUÉ MODO SE DA IMPORTANCIA A LAS COSAS porque la
importancia que se da o deja de dar a las cosas depende de la forma en que la
mente las toma, ya sea por lo que nos han enseñado, por los prejuicios y las
actitudes admitidas, etc.
No obstante tomamos
todo lo que ha sido fijado en la mente como algo muy real, muy verídico y, de
hecho, como única mente posible.
Pero mientras lo
sigamos haciendo, nuestra mente no cambia ni puede cambiar.
Cada persona tiene
ciertos puntos de vista, ciertos prejuicios mentales, ciertas ideas inculcadas
acerca de lo que es justo y de lo que es injusto, y mientras todas esas ideas
permanezcan sin ser puestas en tela de juicio por la persona misma mediante una
atenta observación de sí —mientras no sean observadas— dicha persona seguirá
dando importancia a las cosas siempre de la misma manera y no se dará cuenta de
que las ideas del Trabajo intentan cambiar su mente petrificada y hacer que el
hombre piense de una manera por completo nueva.
Porque si la mente
está petrificada, nadie puede pensar de una manera nueva.
Pensamos según la
forma de nuestra mente.
Supongamos ahora
que usted tiene una mente fija y limitada; luego, observará las cosas de un
modo fijo y limitado.
Por ejemplo,
encontrará justo preocuparse por esto o enojarse por aquello, o sentirse
deprimido por otra cosa, y así sucesivamente.
Dará importancia a
todas esas cosas.
¿Por qué les da
importancia?
Les da importancia
porque su mente trabaja de este modo.
Les da importancia
porque le han enseñado esas cosas, esa manera de dar importancia a las cosas.
Ahora bien, la
mente es una cosa infinita, y esa cosa a la que llamamos mente y que Vd. ha
adquirido, no es en absoluto la mente total.
Se asemeja más bien
a un montoncito de piedras en una extensa llanura.
Es algo muy pequeño
y arbitrario, una cosa adquirida sin haberlo pensado por sí mismo.
Una de las piedras
puede ser suya, pero el resto fue adquirido.
Nos han enseñado a
hacer un montoncito de piedras y a considerarlo como si fuera toda la mente
con todas sus infinitas posibilidades de comprensión y discernimiento.
Cuando la mente es
herida por algo que no podemos tomar en consideración, decimos:
"¡Basta!"
o nos enfurecemos porque sólo dejamos penetrar a través de una pequeña
hendidura ciertas cosas que corresponden al montoncito de piedras que llamamos
nuestra mente.
De modo que andamos
por la vida, por así decirlo, con un minúsculo instrumento que fue creado en
una forma más o menos CASUAL y recibimos toda la vida con ese minúsculo e
inadecuado instrumento, ese montoncito de piedras.
Ahora bien, ¿de qué
modo damos importancia a las cosas?
¿Ha notado de qué
modo da importancia a las cosas?
¿Está satisfecho
con su manera de dar importancia a las cosas o podría hacerlo diferentemente?
Si lo ha advertido,
entonces se está acercando al punto en que le será posible cambiar su mente
actual y tener una nueva mente.
Para cambiar la
mente son necesarios nuevos pensamientos.
Qué difícil es
cambiar nuestra mente.
Una de las razones
es que nunca observamos nuestra mente ni cómo damos importancia a las cosas ni
por qué les damos importancia de la manera en que lo hacemos.
Damos por supuesto
nuestro intelecto y de este modo nuestra manera de dar importancia a las cosas.
Creemos que
nuestras preocupaciones no tienen nada que ver con nuestro intelecto y la
manera en que se formó.
Somos capaces de
advertir que damos importancia a las cosas, pero no lo conectamos con la clase
de mente que tenemos.
De hecho, no
sabemos que tenemos una mente con una forma particular.
No atacamos nuestra
mente, no sospechamos de nuestra mente.
Todos nuestros
hábitos mentales no son para nosotros hábitos, sino verdades.
Para nosotros son
justos.
No puede haber otro
punto de vista.
Somos incapaces de
contemplarlos como hábitos.
Esto es lo trágico.
Por eso no podemos
ver que muchas cosas a las que damos tanta importancia son debidas a invisibles
hábitos mentales.
"Claro está
que hemos de preocuparnos, claro está que hemos de pensar que tal cosa es
imposible".
Claro está que
diremos que nunca hemos oído hablar de tal cosa.
Diremos
"¡Basta!", "¿Yo? ¡Jamás!", etc.
¿Y por qué?
Porque tomamos
nuestros hábitos mentales como verdades, como normas fundamentales, sin siquiera
darnos cuenta de que son hábitos mentales que hemos adquirido insensiblemente
durante un largo periodo, de hecho, durante el prolongado y oscuro periodo que
inevitablemente transcurrió —la Edad Media— antes de que empezáramos a pensar
por nosotros mismos sobre nosotros mismos, acerca de la vida, y de por qué
hacemos y decimos las cosas que hacemos y decimos, y acerca de lo que somos.
Es en verdad muy
difícil darse cuenta de la propia mecanicidad en los 3 centros.
Podemos notar
nuestra mecanicidad en el Centro Motor, pero se necesita mucho tiempo para que
la mayoría de las personas se dé cuenta de su mecanicidad en el Centro
Emocional y en el Centro Intelectual, esto es, sus hábitos emocionales e
intelectuales.
Ahora bien, el
Trabajo toma como punto de partida la mente o Centro Intelectual y por esta
razón su modo de aproximación es llamado psicológico.
No comienza desde
el punto de vista del Faquir, torturando al cuerpo, ni desde el punto de vista
del Monje, rompiendo las emociones.
Empieza con el
entendimiento tal como lo hacen los Evangelios.
Comienza con el
cambio de la mente, con ver las cosas de un modo diferente, con una nueva
enseñanza, con nuevas ideas.
A no ser que esto
tenga lugar, a no ser que empecemos a vernos, mentalmente, a nosotros mismos y
a la vida de un modo nuevo, no podemos esperar trabajar sobre los otros centros
excepto de un modo puramente falto de inteligencia.
Puedo pasarme todo
el día de cuclillas; puedo rechazar el alimento; puedo someterme a los mayores
tormentos físicos como lo hace el Faquir, pero el resultado no tendrá utilidad
alguna porque no estará vinculado con mi COMPRENSIÓN, por tanto no me llevará a
ningún desarrollo interior.
Pero si empiezo por
mi intelecto y observo de qué manera doy importancia a las cosas, y me pregunto
por qué doy importancia a las cosas de esta manera, y pienso en el Trabajo,
empezaré a tener la percepción interior de la cosa que siempre presupuse que
era indiscutiblemente yo mismo y que siempre tenía razón, la cosa a la que llamo
mi intelecto.
Empezaré a ver que
mi mente, tal como es, el montoncito de piedras, es una cosa ridícula, limitada
y que es imposible decir de ella que siempre tiene razón.
De hecho, empezaré
a ver que mi mente muchas veces se equivoca y que todas mis ideas también están
equivocadas y que, en cierto sentido, tengo que liberarme de esta forma de
mente, de esta limitada manera de pensar sobre todas las cosas de darles la
importancia que les doy.
¿Se imagina que en
el momento en que da tanta importancia a las cosas aparezca una persona y le
diga:
¿No ve que usted da
demasiada importancia a las cosas porque hay ALGO QUE NO ANDA EN SU
ENTENDIMIENTO y usted entiende mal y tendría que cambiar su entendimiento y
pensar de una manera completamente nueva acerca de esa cosa a la que
estúpidamente da tanta importancia?
No cabe duda que
usted se molestará.
Ahora bien, trate
de examinar más profundamente la cuestión y ver por qué da tanta importancia a
las cosas, y comprenderá que se debe a que hay algo en su intelecto que le hace
pensar de ese modo, algo en sus pensamientos, que sólo proviene de su
intelecto, tal como es, porque mientras su intelecto esté formado de ese modo,
siempre producirá la misma clase de pensamientos.
Quiero decir,
INTENTE VER de qué manera da importancia a las cosas, en virtud del
"montoncito de piedras" al que toma como el único intelecto que puede
tener.
Recuerdo que una
vez Gurdjeff nos hizo gritar desaforadamente:
"YO PUEDO
TRABAJAR".
Ahora bien, cuando
se da demasiada importancia a una cosa, basta gritarse a sí mismo:
"Yo puedo
trabajar", y examinar qué significa el Trabajo en tal momento.
Esto es, convoque
la mente de Trabajo.
Todo ello significa
que es preciso OBSERVAR más profundamente cuáles son los PREJUICIOS e ideas que
nos enseñaron en el pasado que ahora nos hacen prestar importancia a las cosas
tal como lo hacemos.
Maurice Nicoll
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