EL DOBLE TRIÁNGULO
Parecería que en cada uno de
nosotros existiesen dos sistemas psicológicos, que, partiendo de distintos
puntos, obrasen en dos direcciones opuestas, por así decirlo; desde fuera y
desde dentro.
En el tipo de literatura del
siglo XVII que trata acerca de la naturaleza interna del hombre, encontramos
algunos diagramas que aparentemente se refieren a estos dos sistemas
psicológicos.
Veamos uno de Robert Fludd,
en una obra titulada Utriusque Cosmi, (Í617).
Vemos aquí dos triángulos
que representan algo de la constitución del hombre.
En uno de ellos el vértice
está hacia abajo; en el otro, hacia arriba.
Esto nos recuerda
inmediatamente el jeroglífico del doble triángulo conocido como el Sello de
Salomón, y que, de acuerdo con Ouspensky, representa las tres dimensiones del
espacio y las tres dimensiones del tiempo.
Por lo que respecta al
triángulo con la base hacia abajo, Fludd (en otro diagrama) lo divide partiendo
de abajo, en cuerpo, espíritu vital y razón.
La razón toca la base del triángulo
superior en un punto al nivel que Fludd llama Mente, o sea que el uso más
elevado de la razón ordinaria del hombre toca el nivel de la Mente (Mens).
Sin embargo esto es
únicamente un punto en la 'mente'.
El triángulo superior
termina en el sexo del hombre como un punto.
Podemos entonces decir que
hay un punto en la razón del hombre y un punto en su sexo que le conectan con
un nivel de conciencia de una escala superior a su conciencia ordinaria.
Pero cada uno de ellos es un
mero punto, o una pequeña puerta en el otro.
Si solamente tomamos las dos
bases de los triángulos, del superior y del inferior, podemos considerarlo como
si fueran líneas que representan dos niveles de conciencia.
Pero sería más apropiado
decir que los dos triángulos superpuestos representan dos sistemas de
conciencia.
Yo conectaría las
experiencias de un iluminado con estas dos orientaciones precisas en el
hombre.
Su experiencia lo lleva de
una a otra.
Y entonces lo ve todo por el
otro lado.
Tiene un nuevo sentimiento de
yo.
De la misma manera puede
explicarse la experiencia de un místico en meditación, como también todas las
experiencias de nuevas formas de conciencia descritas en este libro.
El triángulo cuya base está
arriba y que termina abajo, en el punto a nivel del sexo está relacionado a las
tres dimensiones del 'mundo invisible'.
Cuando la conciencia se
sitúa en este sistema, pueden aparecer en conjunto: el sentido de la vida
extendida en el tiempo, el sentido de eternidad y recurrencia, y el sentido de
la propia existencia. Pertenece al sistema superior que se encuentra oculto en
el hombre.
En su estado natural, el hombre
se encuentra en el sistema psicológico que representa el triángulo cuya base
esta hacia abajo.
De suerte que al estudiar al
hombre 'natural' hallaremos en él únicamente este sistema.
Pero, si se le considera
psicológicamente, no podemos tomar al hombre en términos de un sólo sistema.
Dentro de su ser existe
alguna extraordinaria paradoja.
Hay otro sistema en él cuyo
modo de acción yace en dirección inversa al sistema natural, y que trabaja de
arriba hacia abajo.
Si estamos dispuestos a
aceptar esta interpretación, significa que el hombre plenamente integrado debe
ser una combinación de ambos sistemas.
El hombre es el campo en que
se juntan estos dos sistemas.
Representan una paradoja,
una cruz, algo extraordinariamente difícil de unir; y, sobre todo, algo que ha
de despertarse y ponerse en actividad, porque el hombre 'natural' es lo
adecuado a la vida y no precisa de la acción del segundo sistema.
La tarea es la de unir estos
dos sistemas en una relación, y no el buscar uno a expensas de otro.
Todas las experiencias que
hemos citado solamente demuestran la existencia de otra orientación
psicológica.
Eso es todo.
Un monje en meditaciónE se
encuentra en un sistema, luego en el otro; y, como tales, parecen
contradictorios.
La integración del hombre ha
de ser la reconciliación de estos dos sistemas, y esto debe significar el
gradual despertar del otro sistema permaneciendo en contacto con la vida.
Los principios que
pertenecen al otro sistema, el nuevo sentido del tiempo, del yo, de la
recurrencia, tienen que tener una relación a la vida.
El punto más elevado de la
razón 'natural' orilla el nivel de tales ideas; es decir que aquello que es lo
mejor de nuestro pensamiento puede alcanzar otro orden de entendimiento.
De un modo similar, el punto
más elevado del sexo se abre en la misma dirección.
Maurice Nicoll